Tras el fallecimiento del director del Gran Teatro del Mundo, dos de sus actores, Cristino y Don Fiasco (Emilio Rosales y Luis Guerrero), se ven forzados a buscarse la vida en un mundo transformado. José Mateos refleja en su obra ¡Silencio, se Piensa! un teatro que ha perdido su estatus artístico y se ha convertido en simple entretenimiento. La "Inspección de Vidas y Espectáculos" ejerce el control sobre todo, y somete al pueblo a un régimen de "no pensamiento".
Se trata de una alusión a la libertad de pensamiento y crítica a las instituciones y corporaciones de nuestro mundo, producida por El Dramaturgo.
El espectáculo tiene una duración aproximada de una hora y 15 minutos.
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