El réquiem de Mozart, compuesto por el genial músico a finales del siglo XVIII, se ha convertido sin lugar a dudas en la canción de inspiración litúrgica más importante de todos los tiempos. Basada en los textos latinos para el réquiem que lloran la muerte de un ser querido, La Misa de Réquiem en re menor (K. 626) sigue siendo hoy interpretada para la función para la que fue creada.
A pesar de haber trascendido como una obra maestra coral del clasicismo, no fue compuesta en su totalidad por Wolfgang Amadeus Mozart, que murió en 1791 antes de poder terminarla. Fue su discípulo, Süssmayer, quien terminó la obra de acuerdo a las directrices fijadas por su maestro.
El réquiem es una obra para orquesta sinfónica, coro y voces solistas de soprano, contralto, tenor y bajo. Alcanza una fuerte carga emocional gracias a las tonalidades menores y una cuidada instrumentación.