Eugenio, Adrián y Miguel son amigos desde niños. Amigos de esos que prácticamente son familia. Han crecido juntos, madurado y vivido multitud de experiencias. Pero, con los años, se han convertido en personas diferentes. Eugenio piensa siempre en el futuro, mientras Adrián vive el presente y Miguel en el pasado. ¿Aprenderán que la verdadera amistad no es ser exactamente iguales, sino aprender a quererse a pesar de las diferencias?
Fran Nortes, Bart Santana y Nacho López nos presentan esta nueva obra sobre la amistad entre hombres. Una reflexión sobre la masculinidad tóxica, y de una necesidad de cambio. Porque quererse no es sólo cosa de chicas.
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{{#date_ses}} {{#is_unique_provider}}Ni una pandemia podrá acallar los escenarios. Después de meses de silencio, reprogramación e incertidumbre, el teatro ha vuelto a Madrid. Lo ha hecho tímidamente, tratando de adaptarse a las difíciles nuevas circunstancias del distanciamiento social. Distanciamiento que no sabe de teatro, precariedad de la industria, problemas de aforo, compañías ...
Ni una pandemia podrá acallar los escenarios. Después de meses de silencio, reprogramación e incertidumbre, el teatro ha vuelto a Madrid. Lo ha hecho tímidamente, tratando de adaptarse a las difíciles nuevas circunstancias del distanciamiento social. Distanciamiento que no sabe de teatro, precariedad de la industria, problemas de aforo, compañías ni funciones. Pero el teatro siempre vuelve.
Y nosotros por fin lo hemos vuelto a vivir en directo, en el Teatro Lara, que en julio ha abierto nuevamente sus puertas con Cádiz en sus marquesinas.
Dirigida por Gabriel Olivares (autor de la exitosa Burundanga), Cádiz nos presenta a Eugenio, Adrián y Miguel, tres amigos que se reúnen cada año a cenar para mantenerse al día de lo que ocurre en sus vidas. Pero no nos engañemos: estas distendidas tertulias anuales entre colegas son mucho más que tertulias. Tras la cháchara, nos espera un argumento más profundo y transversal sobre cómo la vida pasa, avanzando de forma inexorable. Habla de lo humano de ir haciéndose cada día un poco mayor sin percatarse y de la obligación de afrontar situaciones desde la madurez….o no, pues sus personalidades diametralmente opuestas lidian por defenderse cada uno desde su perspectiva vital.
Y todo esto desde el enfoque de una comedia rotunda, balanceándose entre lo ácido e irónico hasta un humor sencillo y profundamente agradable. Se aseguran carcajadas, de estas que se te escapan sin que te des cuenta porque tú no eres de reírte en el teatro. Pero la complicidad tan evidente que se desprende de los actores termina por traspasar las tablas y contagiarse a un público que es suyo desde la primera escena. Porque nosotros también formamos partes de esa tertulia, comensales silenciosos secundarios que observan la evolución de los tres hombres sumergidos en sus intrahistorias.
Muchos verán sus miedos reflejados en los miedos de los protagonistas. A lo desconocido, a las relaciones y sus compromisos, a los opciones irremediablemente desechadas por elegir otras. Al tiempo. A pesar de la amistad que los une, sus personalidades no podrían ser más diferentes, encarnadas a la perfección por el trío protagonista: Fran Nortes (quien además de su gran interpretación de Adrián, es autor el del texto), Bart Santana y Nacho López, cada uno con su forma de enfocar la crisis de los 40. Nos ofrecen además distintas reinterpretaciones de las masculinidad, de esos estereotipos rígidos que la encasillan y ordenan como debe ser su inmadurez/madurez. ¿Cómo enfrentarlo todo desde la inexperiencia del que aún no lo ha vivido?
Los recuerdos gaditanos de juventud vertebran la vida y avances de los protagonistas, y delatan con absoluta certeza que no se puede volver a esa playa ni a esa época. Pero sí a los viejos amigos, para recordar el sol del sur donde ocurrieron los veranos que no se olvidan.
Aunque la actual situación de pandemia haya obligado a modificar la escenografía inicialmente planteada para la obra (mucho más inmersiva en pleno patio de butacas), el cambio no le resta un ápice de intimidad al resultado final. Un decorado minimalista resulta más que suficiente para crear distintos ambientes, donde la iluminación y la música son suficientes para hacer el resto.
La nueva cotidianeidad se ha instaurado definitivamente en el teatro. Mascarilllas como un objeto más, saludos con el codo también dentro de la obra, escenografía adaptada… pero durante casi 2 horas, Cádiz nos permite evadirnos, disfrutar, constatar con el reflejo de la obra que nuestras propias crisis son las mismas para todos.
Podremos disfrutar de la obra hasta octubre de 2020, con el debido respeto a las distancias de seguridad tanto en entradas y salidas como butacas por delante, con las mascarillas correctamente colocadas, esa gotita de gel al entrar y todas las ganas de disfrutar del buen teatro madrileño como antes.