'Agua, azucarillos y aguardiente' es una de las más representativas obras de la historia de la zarzuela española. Refleja, con libreto de Miguel Ramos Carrión y música de Federico Chueca, el Madrid más castizo y auténtico del siglo XIX.
En esta obra aparecen la Ribera de Curtidores, el Prao, la Plaza de Colón, Lavapiés, Las Vistillas, la Puerta de Alcalá, la Cebá y otras calles de la capital que acogen a vendedores ambulantes, aguadoras, niñeras, cigarreras, chulapos y chulapas, manolos y cigarreras para hacer un cuadro completo de la clase social más humilde de la época. No se estructura en torno a una historia personal concreta, sino que el hilo argumental de esta zarzuela nos va guiando a través de un completo abanico social.
Esta obra, que surgió sin grandes pretensiones, se ha convertido con el paso del tiempo en una de las más emblemáticas del género chico español, que ansiaba asemejarse a las grandes óperas europeas pero obtuvo como resultado una de las líricas más auténticas de su siglo.
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