Situado en pleno centro de la ciudad de Madrid, en el barrio de la Justicia, se encuentra el Teatro Príncipe Gran Vía. Fue inaugurado en 1962 a modo de local de teatro para 500 espectadores. Su construcción fue posible gracias al dramaturgo Eduardo Marquina, figura de la que toma su nombre, que legó los terrenos al Montepio de Autores.
Operación Embajada, de Joaquín Calvo Sotelo, fue la obra que marcó el pistoletazo de salida en su inauguración al Teatro Príncipe Gran Vía, un lugar dedicado por entero a la dramaturgia con especial atención a la comedia, género que tradicionalmente ha caracterizado a este local. Hoy pertenece al grupo Teatros Marquina.
Donde ahora se encuentra este teatro, se alzó durante mucho tiempo uno de los corrales de comedias más conocidos y destacados de Madrid: el Teatro de la Cruz. Así, junto al de la Pacheca y el Nuevo Corral del Príncipe, era uno de los espacios más populares de estas características. Este tipo de escenarios fueron muy populares durante los siglos XVI y XVII, cuando surgieron como respuesta pública a la creciente demanda de recintos para poder disfrutar la dramaturgia y la música. Y es que su enclave cultural y su contexto corresponden al Siglo de Oro, período dorado de la literatura Española y en especial la dramaturgia, que sufrieron un desarrollo, expansión y popularización no conocidas hasta el momento.
El Teatro Príncipe Gran Vía tiene un aforo para 600 personas. Su interior está decorado con butacas rojas en forma de media luna, lo que hace posible que la visibilidad sea muy buena casi desde cualquier punto.
El patio de butacas del Teatro Príncipe Gran Vía cuenta con la mayor parte del aforo de la sala, y se distribuye en filas separadas por dos pasillos interiores. El patio de butacas se encuentra situado en la planta baja del recinto y prácticamente todos sus asientos ofrecen una visibilidad y acústica muy buena del escenario.
En la planta superior encontramos su anfiteatro. La visibilidad y acústica también es buena desde esta zona, sobre todo desde la delantera, es decir, desde la fila 1 o 2.
Las mejores zonas para comprar entradas son el área central del patio de butacas, a partir de la fila 3 o 4. Y, como hemos comentado, en el caso de que te guste disfrutar de la obra desde una perspectiva diferente y más elevada, la primeras filas del anfiteatro también están muy bien.
En el último cuarto del siglo XVI tan sólo existían seis corrales abiertos en Madrid. Eran de acceso público, pero funcionaban gracias a dos cofradías (la de la Pasión y la de la Soledad), que obtenían sus ingresos a partir de estos corrales de comedia. Las localidades de los mismos estaban distribuidas en altura, en función de la importancia o status social.
El Teatro de la Cruz vivió el siglo de Oro. De este modo, artistas como Lope de Vega, Luis Vélez de Guevara, Juan Ruiz de Alarcón, Tirso de Molina y Calderón de la Barca fueron sólo algunos de los famosos nombres que presentaron sus obras en su escenario. Los corrales de comedia eran escenarios interiores, situados en los patios que quedaban al descubierto entre los edificios de vecinos. El nombre no se debe al género de humor, sino a que en aquella época todas las obras teatrales profanas eran denominadas “comedias”: tragedia, drama y comedia.
Ya en el primer reglamento en torno a los corrales de comedia, promulgado en 1608, se especificaban las tareas a realizar por los censores, que concernían tanto a texto como a música y representaciones, y a los bailes anejos a las actuaciones.
El Corral de la Cruz, junto con el del Príncipe, cuenta con una peculiaridad bien documentada: y es que ambos poseían pasadizos que unían las casas anexas (aquellas sobre cuyos muros exteriores se establecían los corrales) con dependencias privadas frente al escenarios. Así, no se podía entrar a estos palcos privados desde la zona común, y era necesario hacerlo a través de los hogares. Estas localidades también recebían el nombre de “rexas”, por los barrotes que las separaban del resto del público. A menudo, eran frecuentados por familias de la nobleza al precio de 17 reales, y bien sabido era que la familia real los alquilaba durante toda la temporada. Era muy conocido y comentado el hecho de que Felipe IV y su primera esposa gustaban de utilizar su aposento privado del Corral de la Cruz.
Como curiosidad, una de las normas de los teatros de comedia, de cumplimiento vigilado por un alguacil, rezaba que:
"...no haya ruidos, ni alborotos, ni escandalos [sic], y que los hombres y mujeres esten [sic] apartados, así en los asientos, como en las entradas y salidas, para que no hagan cosas deshonestas y para que no consientan entrar en los baños a persona alguna fuera de los actores."
Además, como hecho histórico, en el Corral de la Cruz sería detenido en 1587 el dramaturgo Lope de Vega, tras lo cual fue encarcelado por difamación.
Los corrales de comedias vivieron su gran apojeo durante el reinado de Felipe IV. En este período, incluso, la Plaza Mayor de Madrid llegó a habilitarse como un gran espacio escénico para muy diversas funciones: teatro, bailes, mascaradas, danza...Sin embargo, con el ascenso de Felipe V al trono el panorama cambió: su afición por la ópera italiana hizo que los locales escénicos se fueran transformando. A lo largo del siglo XVIII irían desapareciendo los últimos corrales de comedia per se para convertirse en palacios de la ópera de mayor o menor tamaño.
De este modo, durante el siglo XVIII el Teatro de la Cruz albergó algunas zarzuelas de estreno, como El imposible mayor en amor, le vence Amor, zarzuela en dos jornadas de Francisco de Bances Candamo y José de Cañizares. En el siglo XIX,albergaría otros grandes estrenos como El barón (1803), La mojigata (1804) o la más conocida El sí de las niñas (1806), todas de Leandro Fernández de Moratín.
La realidad es que el Teatro de la Cruz, otrora el Corral de Comedias de la Cruz y hoy Teatro Príncipe Gran Vía, ha visto estrenadas en sus tablas multitud de obras básicas en la evolución de nuestro teatro. Pasando a formar parte, así, de la misma historia del teatro castellano.
Consulta en nuestra página la cartelera actualizada de este teatro madrileño.
El teatro se encuentra en la calle Tres Cruces, número 8 (28013, Madrid). Esto lo sitúa en pleno centro de la ciudad, junto a la arteria de la cultura y las compras de la capital: Gran Vía.
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