Lang Lang, o la persona con la que el piano no tiene secretos, ha venido a revolucionar el mundo de la música clásica. Tocándolo desde que tenía tres años, sus notas han traspasado las fronteras de su China natal y han viajado por todo el mundo. Comenzando con el Liszt que le hizo querer tocar el piano por primera vez, su repertorio varía desde piezas tradicionales y contemporáneas chinas, hasta sonidos clásicos europeos en los que compositores como Bach, Haydn, Beethoven o Chopin se llenan de la emoción y el virtuosismo de Lang Lang.
Y es que él es diferente. Verlo tocar es hacer que algo puramente sonoro, como la música, se convierta en un buen espectáculo digno tanto de ver como de oír. Cada nuevo sonido lleva consigo una pequeña sonrisa del intérprete, como si las teclas y él compartiesen un chiste interno que el público no sabe, pero que sin duda siente. Ha sido este magnetismo con el público el que ha hecho que el pianista llene los auditorios de todo el globo, haciendo que su interpretación de piezas como el Para Elisa de Beethoven, la Sonata nº16 de Mozart o la Consolación nº3 de Liszt, acumulen millones de reproducciones en Spotify.
Pese a todo, su actividad no se ha limitado a las salas de conciertos, sino que también lo hemos podido disfrutar en grandes ocasiones como el gran concierto benéfico online que llevó a cabo Global Citizen durante el confinamiento por la COVID-19; en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008; o en la banda sonora de la película El Cascanueces y Los Cuatro Reinos. La música clásica está más viva que nunca, y escuchando a Lang Lang tocar el piano, no es díficil saber el porqué.
