El Nuevo Teatro Alcalá sube a más de sesenta niños a su escenario
La historia de Roald Dahl y su niña con superpoderes conocida por todos, 12 años de éxito sin precedentes en los más grandes escenarios de Londres, una estela de 99 premios que convertían a ‘Matilda, el musical’ en el espectáculo contemporáneo más premiado: con algo así era difícil no triunfar.
“Mágico. Energético. Espectacular”, así definían Oriol Burés y Valentina Cachimbo, quienes dan vida a Matilda y la señorita Señorita Trunchbull, el musical. “Matilda es un musical muy mágico, bastante diferente a lo que la gente ha visto aquí en España, y creo que no te deja indiferente”, afirmaba Burés. “La gente entrará de una forma a ver el musical y saldrá de otra. Es de estos musicales que te mueve muchas cosas”.
El escenario del Nuevo Teatro Alcalá de Madrid se ha transformado, ahora ya no solo encontramos butacas rojas, palcos, focos o luces, sino que entrar supone trasladarnos a la mente de Matilda: un lugar en el que rebosan los libros. Y no solo eso, también se mueven. Pocas escenografías se han visto como esta. Todo tipo de efectos tienen lugar durante el espectáculo: juegos de luces, compuertas que se abren y cierran, efectos sonoros, visuales…
Con un elenco formado mayoritariamente por niños es fácil quedar fascinado, y aún más si lo hacen tan bien. Llevan un año y medio preparándose para ello y parece que tanto esfuerzo se ha traducido en unos números musicales, bailes e interpretaciones dignos de ser presentados año tras año en el mismísimo Broadway.
Tal y como pedía su director David Serrano, el (muy buen) trabajo de los niños no debe eclipsar interpretaciones como las de Oriol Burés, Daniel Orgaz, Allende Blanco, Mary Capel, Héctor Carballo o Pepa Lucas, así como los movimientos de muchos de los bailarines que forman parte del cuerpo de baile y que participan en la majestuosidad que desprende el espectáculo.
Sin embargo, la buena relación entre los mayores y los pequeños del equipo no hace sino enriquecer aún más su esencia. Los unos aprenden de los otros, se aconsejan y, sobre todo, se enseñan “a no perder nunca la ilusión”, afirma Oriol. Los niños son un aliciente para dejarse la piel en el escenario “no puedo quedarme atrás, son un tren bala, una compañía de niños super disciplinada, energética, talentosa…”, comenta.
Uno de los puntos más fuertes del musical (aunque no sea tan claro a simple vista), es la facilidad con la que consigue hacer llegar su mensaje a las miles de personas que se sientan en las butacas con la intención de disfrutar de un rato agradable, pero que no saben en realidad a lo que han ido ni lo que les espera. Han ido a recordar la importancia de que los niños reciban una buena educación, la importancia de cuidarlos, de no maltratarlos, de hacerlos sentirse valorados. Han ido a recordar que los niños después serán los mayores, y que no hay mayor aprendizaje y enseñanza que la propia experiencia: “a los niños hay que cuidarlos”, sentencia la pequeña Matilda Valentina Cachimbo.
Quién pudiera ser Matilda y ser capaz de mover una y otra vez las agujas del reloj para que nunca llegue la hora de poner fin a aquello que disfrutamos. Como, por ejemplo, de ‘Matilda, el musical’.