A escasos días de que llegue una de las festividades más místicas del calendario, no podíamos dejar escapar la oportunidad de hablaros de una de las tradiciones más arraigadas de nuestro país. Dejemos a un lado las fiestas de disfraces, el truco o trato y demás costumbres anglosajonas para adentrarnos en el mito del Don Juan y el Día de Todos los Santos. Y es que, como ya es tradición el próximo día 1 de noviembre los teatros de toda España interrumpirán su programación habitual para representar el Don Juan Tenorio de José Zorrilla, como podrás ver aquí. Hoy queremos revelarte alguno de los secretos que se esconden tras la pieza teatral más representada de la historia de la Literatura española. Traiciones, odio, romance y algún que otro problema con el copyright hacen que la historia tras la obra sea mucho más interesante que las propias peripecias de su protagonista.
La historia, más que conocida por todos, sigue teniendo una completa vigencia en la actualidad: chico malo conoce a chica buena, se enamoran, la familia se opone… aunque finalmente la fuerza del amor puede con todo. Pero, lo que pocos saben es este personaje no fue una creación original de José Zorrilla. A pesar de que el escritor del Siglo de Oro ha pasado a la posteridad por esta creación, el surgimiento del mito del Don Juan se remonta a mucho antes. Tanto es así que ni de lejos fue José Zorrilla el primero en narrar en verso las desenfadadas arrogancias de Don Juan: según el escritor francés Gendarme de Bévotte, han llegado a existir más de cien Tenorios en todo el mundo.
Para poder entender un poco más este hecho nos tendremos que remontar al siglo XIX, cuando un joven José Zorrilla de 27 años trabajaba como escritor residente en el, ya desaparecido, Teatro de la Cruz de Madrid. Zorrilla destacaba por ser un dramaturgo muy prolífico, por lo que fue el candidato ideal para refundir una de las obras más exitosas del gran Tirso de Molina, El Burlador de Sevilla. En tan solo 20 días, ya habría escrito su ya inmortal Don Juan bajo el calificativo de drama religioso-fantástico con el objetivo de inaugurar la temporada de primavera de aquel 1844. En aquel momento pocos se imaginaban que en un futuro la obra se convertiría en un tesoro inestimable de la Literatura española. De hecho, la crítica de la época fue mordaz, el público muy poco receptivo y el propio creador llegó a repudiar a su Tenorio hasta su muerte.
“Mi Don Juan es el más grande disparate que se ha escrito, porque siendo yo al imaginarlo un chico tan atrevido como ignorante, ni pensé el plan ni supe lo que hice. No tiene carácter, ni lógica, ni consecuencia ni sentido común”.
La poca confianza que tenía José Zorrilla en su obra, y las deudas, que llegó acarrear durante toda su vida, hicieron que a los pocos meses del estreno de Don Juan Tenorio el joven escritor vendiera todos los derechos de la obra al editor Manuel Delgado por 4.200 reales (al cambio, unos 6 € de la época). Una decisión de la que José Zorrilla se arrepentiría toda su vida, cual Comendador cada noche de las Ánimas Don Juan Tenorio volvía a la vida para hacerle recordar todo lo que había perdido. Y es que los nuevos productores de la época decidieron darle una lavada de cara al Tenorio para reestrenar la obra el 1 de noviembre, fecha en la que ya era tradición representar el Burlador de Sevilla o El Convidado de piedra. El éxito fue rotundo, en tan solo un año, una obra comprada por unos escasos 4.000 reales ya había multiplicado notoriamente el precio de la inversión.
La popularidad del Tenorio cada vez era mayor y su poeta, un hombre soberbio y tozudo, trató de desvirtuar el valor de su obra, e incluso llegó a desacreditar el drama públicamente no solo señalando todos sus defectos, sino también llegando a conspirar para que no se volviera a representar. Su desesperación fue tal que José Zorrilla vivió y murió obsesionado con la idea de anular la popularidad de su particular némesis, materializada en una obra de teatro.
“Don Juan no me deja ni envejecer ni morir; Don Juan me centuplica anualmente la popularidad y el cariño que por él me tiene el pueblo español; por él soy el poeta más conocido hasta en los pueblos más pequeños de España y por él solo no puedo morir en la miseria ni en el olvido; mi drama Don Juan Tenorio es al mismo tiempo mi título de nobleza y mi patente de pobre de solemnidad; cuando ya no pueda absolutamente trabajar y tenga que pedir limosna, mi Don Juan hará de mí un Belisario de la poesía, y podré sin deshonra decir a la puerta de los teatros: dad vuestro óbolo al autor de Don Juan Tenorio; porque no pasará delante de mí un español que no nos conozca o a mí o a él”. – José Zorrilla 1882.
He aquí la verdadera historia de Don Juan Tenorio, una obra que más que un espectáculo de teatro, se ha convertido en una tradición muy arraigada en nuestro país. La pieza más representada en toda la historia de la Literatura española y de la que siempre aflorará la amargura de un hombre que llegó a la vejez pobre y enfermo, mientras veía que otros se enriquecían a costa de su ingenio, Zorrilla pasó sus últimos días recibiendo una pensión del Gobierno para no morir de inanición, mientras que cada 1 de noviembre todos los teatros interrumpían (e interrumpen) su programación para representar su inmortal Don Juan Tenorio.