Categorías
Especiales Espectáculos y teatro

“El peor escenario imaginable para el teatro”. Hablamos con el Infanta Isabel sobre la situación del sector cultural

El teatro es parte de nuestra vida. Una industria necesaria, pero frágil. El olvido progresivo que ha ido sufriendo el sector cultural durante los últimos años se ha hecho más evidente todavía durante esta pandemia, que ha planteado el peor escenario posible para los recintos teatrales. Un escenario inesperado, casi irreal y que no permite apenas margen de maniobra. Y menos para un sector que nunca se ha considerado esencial.

El Teatro Infanta Isabel, la sala madrileña con más de 100 años de historia, no es ajeno a esta situación. “Este es el peor escenario imaginable para el teatro y las artes escénicas en vivo, desde todos los puntos de vista. Junto con la Educación, fuimos los primeros en cerrar y seremos los últimos en abrir”, declaran desde la organización de la sala centenaria. Palabras crudas, pero cargadas de realismo, que resumen las oscuras consecuencias que traerá a la actividad teatral este período de inactividad. El teatro ya vivía en un estado precario antes del Coronavirus, debido a la escasez de políticas culturales que protegieran o fomentaran la creación cultural, y esta situación no ha hecho más que alimentar esa incertidumbre que rodea al sector desde hace años.

Con respecto a cuándo se podrá volver a la normalidad en el sector, desde Teatro Infanta Isabel tiene una postura clara: “Antes de volver a la ya precaria situación que tenía el teatro privado antes de la pandemia, tendrá que aparecer un remedio efectivo o una vacuna, libre e universal, que garantice una situación sanitaria libre de miedo y pánico”. Si no es así, el público podría mostrar reticencias a la hora de volver al teatro. La organización del Infanta Isabel expone que quizás el público no quiera pagar una entrada para “arriesgarse a coger una enfermedad de la que se sabe poco” y que es necesario que “el público se sienta seguro para que pueda prestar la necesaria atención a lo que ocurre en el escenario”.

“El teatro no puede ser muchas más cosas. El teatro es el teatro. Por ejemplo, el teatro a través de una pantalla, no es teatro, es una película mala. Para eso está el cine”

Por ahora, es inviable plantearse la exhibición teatral, al menos en un teatro como el Infanta Isabel, ya que su idea es “seguir exhibiendo teatro de calidad, tal y como tiene que ser, y no otra cosa”. “El teatro no puede ser muchas más cosas. El teatro es el teatro. Por ejemplo, el teatro a través de una pantalla, no es teatro, es una película mala. Para eso está el cine”, asevera la organización. De tal manera que, volver a vivir la experiencia cultural tras el confinamiento como la conocíamos antes, será una ardua tarea. Y está repleta de incertidumbre.

Las condiciones de la Fase 2 de la desescalada fijan la reapertura de los teatros con el 30% de su aforo. Una limitación que afectaría muy negativamente a su economía y que no garantiza su supervivencia, sobre todo la de los teatros privados como el Infanta Isabel.  Definitivamente, los teatros ven “incompatibles e inviables” en cuanto a su reapertura las condiciones de desescalada que ha establecido el Gobierno. Todavía no se sabe a ciencia cierta cuándo podrá volver a disfrutarse plenamente de este arte, y por el momento, habrá que esperar a que las incertidumbres sobre la enfermedad se vayan diluyendo. 

“Así como la enseñanza es el “corazón y pulmón” de la Educación, las representaciones en vivo, podrían ser algo así como el “clímax” de lo que llamamos Cultura. Ambas comparten un cualidad única, irrepetible e insustituible, y es aquella que define precisamente la vida, la cosa viva, y que inopinadamente necesita de seres vivos, agrupados, juntos que interactúan entre sí, se rozan, se huelen, se respiran, se escuchan, se sienten, se hablan, se mimetizan, se suman o se distancian, se ríen o lloran. Los unos al lado de las otras, profesores y alumnado, artistas y público, y viceversa”, explica el Teatro. Sus responsables se niegan a abrir el espacio con aforo reducido, con medidas de distancia física y protecciones. Por un lado porque es inviable desde el punto de vista económico, y por otro porque ven imposible la falta de contacto entre sus trabajadores. El distanciamiento es algo ajeno e irreconciliable con la esencia teatral.

Desde el Infanta Isabel se reclama más apoyo por parte del Estado: “Si nos permiten abrir es con unas condiciones que impiden desarrollar nuestra actividad, de forma que el Gobierno debería garantizar ayudas para poder aguantar hasta que la tempestad amaine. No sólo para los teatros públicos, también para la industria privada.”. Demandas ya históricas, de mucho antes del Covid-19, que han sido repetidamente ignoradas.

“Desazón y hasta urticaria” es lo que siente este Teatro respecto al olvido progresivo que ha ido sufriendo el sector cultural con los años, y es que tal y como explican, en España, Cultura y Educación han sido continuamente denostadas. “Hace no mucho sin embargo, pongamos un siglo y un poquito más este país era referente justamente de todo lo contrario, una educación puntera, a la vanguardia y una creación y manifestaciones culturales con una expansión y difusión tremendas entre amplias capas de la población”, afirma el Infanta Isabel.

No obstante, lo prioritario y esencial para el teatro de la calle del Barquillo es que “la pandemia sea dominada para garantizar la vida y la seguridad de todo el mundo y no solo de los que se lo puedan permitir. Todo el mundo quiere ganar dinero, pero esta crisis está demostrando que la voracidad, el ansia por obtener ganancias a cualquier precio, tiene que tener un límite. Hay sectores básicos, que ahora llaman “esenciales” que tienen que estar garantizados, y para eso tienen que estar protegidos, no a merced del beneficio”. Esta industria es frágil, pero su relevancia está indudablemente por encima del dinero.

El teatro seguirá siendo el clímax de la cultura, si somos capaces de protegerlo y darle el apoyo necesario.

Texto: María Ródenas Antón