Texto: Marina Carrasco
Hay historias que pasan menos inadvertidas que otras. Todos hemos querido bailar como Billy Elliot y luchar por vivir nuestro sueño; ser igual de valientes que Simba para convertirnos en El Rey León que la selva necesita; o el “You’re the one that I want” de alguien, como en Grease. Porque todas las historias se quedan en la mente, pero hay algunas que se quedan mejor que otras.
Y en este caso, todas ellas tienen algo en común: se han convertido en musicales, con SOM Produce detrás en casi todos ellos. Porque hacer magia y encontrar las mejores cosas que representar es su especialidad, SOM ha vuelto, y lo ha hecho por todo lo alto (alto, derecha e izquierda, porque con la telequinesis nunca se sabe).
Efectivamente, “Matilda: El Musical” ha llegado a Madrid.
Fue Roald Dhal quien nos la presentó por primera vez. En su historia, Matilda solo quiere saber más y más del mundo que la rodea mientras lee libros y va a la escuela, pero sus padres no entienden ese afán por aprender. Pronto, a esa gran inteligencia se le sumará un enorme poder: ser capaz de mover objetos con la mente. Así supimos de ella la primera vez que la conocimos, y así también fue cómo se convirtió en una de las películas favoritas a la que recurrir cuando éramos pequeños.
Y eso lo sabe bien el West End de Londres, que desde 2011 llena (y sigue llenando) butacas, función tras función, con el mismo éxito que el día del estreno. Y lo mismo en Broadway durante seis años. Pues bien, ahora la niña más inteligente y avispada de todas las historias para dormir ha venido para conquistar también la capital.
Y nosotros vamos a dejarla de buen gusto.
A Matilda y a cada uno de los más de 60 niños que forman el elenco de la obra. Ninguno de ellos ha alcanzado los doce años, pero llevan dos años preparándose física y psicológicamente en la academia de la productora. Todo para demostrar que la edad no importa cuando hay talento, ganas y mucho trabajo. Bailar y cantar a la vez siendo tan jóvenes sin desafinar tiene mérito, pero hacerlo sobre cualquier superficie mientras eres natural y representas la historia favorita de la infancia de cientos de espectadores es otra cosa totalmente distinta.
Eso y mucho más es lo que nos tiene preparado “Matilda: El Musical” a partir del 30 de septiembre en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid. Pensábamos que SOM ya no podía superar lo que hizo con “Billy Elliot: El Musical”. Pensábamos que la adrenalina que sentimos en Madrid y Barcelona con el talento del niño bailarín por excelencia no podía volver a repetirse.
Y es cierto, no va a volver a repetirse. Porque lo que han hecho con Matilda es algo que va más allá de lo que ya sabíamos o habíamos visto. Y no solamente por contar con un reparto de altura, sino también por todo el equipo artístico que hay detrás de cada número: Toni Espinosa con la coreografía, Gaby Goldman como director musical, Ricardo Sánchez a cargo de la escenografía, Chema Noci con la caracterización, Juan Gómez y Carlos Torrijos con la iluminación y Gastón Briski a cargo del sonido.
¿Sabes esa sensación de que el ritmo de la música late, literal y anatómicamente, dentro de tu cuerpo?, ¿de que tus ojos no saben hacia dónde mirar porque solamente estás rodeado de talento y de vida? Pues esa es una pequeñísima parte de la constante de este nuevo musical.
Porque cada detalle se ha cuidado al máximo desde el primer minuto. Más de dos mil solicitudes llegaron para formar parte de este sueño, y seiscientas audiciones más tarde, “Matilda: El Musical” ya cuenta con un elenco infantil y adulto completamente formado. De entre todos ellos, el papel de la protagonista se alternará entre siete niñas: Julia Awad, Daniela Berezo, Valentina Cachimbo, Laura Centella, Julieta Cruz, Otilia M. Domínguez y Rocío Zaraute. Lo harán durante las ocho funciones semanales que comenzarán a partir de este septiembre 2022.
¿Para qué? Para hacernos disfrutar, para que nos planteemos seriamente llamar Matilda a cada posible hija, planta o mascota que tengamos y para asegurarnos una vez más de que aprender siempre es la respuesta. Y si es con música, baile, y una escenografía capaz de hacernos querer volver al colegio, muchísimo mejor.